Guardianes del Día (Dnevnoi Dozor, 2006) es la segunda parte de la trilogía rusa de acción basada en las novelas del escritor Sergey Lukyanenko. Al igual que su antecesora,
Guardianes de la Noche (Nochnoy Dozor, 2004), la película dirigida por Timur Bekmambetov sigue el desarrollo de la frágil tregua entre los
luminosos (hechiceros o curadores) y los
obscuros (vampiros). Los
guardianes de la noche son aquellos
luminosos que vigilan las actividades de los
obscuros, mientras que los
guardianes del día son
obscuros que cuidan que los
luminosos no violen la tregua. En la trama se incorpora un mítico
gis del destino, el cual es capaz de modificar (hasta cierto punto) el pasado de quien lo usa. La historia comienza con Anton Gorodensky (Konstantin Khabensky) y la aprendiz Svetlana Dmitry (Maria Poroshina) quienes patrullan de noche la ciudad de Moscú y acuden al llamado de un ataque de un
obscuro contra una anciana. El atacante resulta ser Yegor (Dmitry Martynov), el hijo no deseado de Anton. Yegor se ha unido a los
obscuros y es protegido por el líder de éstos, el excéntrico Zavulon (Viktor Verzhbitsky). Para evitar que Yegor sea castigado por atacar un humano, Anton recupera y destruye la evidencia. Zabulon espera que en el cumpleaños de Yegor el niño se vuelva tan poderoso como para derrotar a los
luminosos. Al mismo tiempo suceden un par de crímenes en contra de
obscuros donde aparentemente se intenta involucrar a Anton. Los
obscuros acusan a Anton ante los
Inquisidores, un par de jueces gemelos que imparten justicia a ambos bandos. El líder de los
luminosos, Boris Ivanovich "Geser" (Vladimir Menshov), mediante un conjuro intercambia temporalmente los cuerpos y las personalidades de Anton con los de la asistente de Geser, Olga (Galina Tyunina), mientras investigan lo sucedido. Anton logra obtener el
gis del destino para tratar de cambiar su mala relación con Yegor, pero Zabulon, quien no puede tocar el
gis, utiliza a su bella asistente Alisia Donnikova (Zhanna Friske) para apoderarse de él. Al final, tanto los
obscuros como los
luminosos se encuentran
cara a cara en el hotel propiedad de Zabulon, donde se festeja el cumpleaños de Yegor. El niño adquiere poderes, de tal manera que al enfrentarse los dos
grandes (Yegor y Svetlana), el pequeño
obscuro utiliza una esfera (que a su vez produce una infinidad de esferas metálicas) para ocasionar una gran destrucción en la ciudad. Al final, Anton tratará recuperar y utilizar el
gis para enmendar los daños.
La película posee una historia más complicada que los tradicionales filmes de Hollywood, con una mitología vasta al estilo de El Señor de los Anillos. Y aunque se maneja el concepto de lados obscuro y luminoso como Star Wars o los dos bandos en lucha de Inframundo, la película presenta aspectos originales, personajes bien definidos, una dosis de humor ruso e impresionantes secuencias de acción que nada le piden al cine norteamericano. Con un costo de sólo 4.2 millones de dólares, los rusos demuestran que con un modesto presupuesto se pueden lograr excelentes resultados. A ver si aprenden los americanos.
Guardianes del Día: *** (Buena)